Opinión. La tercera: La guerra que Colombia no debe luchar

Por Jorge Alzate Virviescas

Como es sabido por todos los lectores de éste medio, el jueves 06 de abril del corriente año, Estados Unidos de América lanzó aproximadamente 50 misiles a Siria, para contrarrestar el ataque químico presuntamente ordenado por Bashar al-Ásad, presidente del país árabe.

Afirmo presuntamente porque en la comunidad internacional aún no hay certeza acerca de quién fue el que estructuró el aludido ataque contra civiles inocentes, dejando alrededor de 86 muertos; con armas que están prohibidas por el DIH, como lo fue la utilización, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés), de un compuesto químico llamado gas Sarín, el cual es altamente tóxico y 20 veces más letal que el cianuro.

Aunado a lo anterior, el jueves 13 de abril nuevamente USA ejecuta un ataque unilateral – el cual está prohibido en el marco de las Naciones Unidas- contra unos individuos de ISIS que se encontraban en Afganistán. A pesar de las repetidas advertencias para que no hubiera más represalias militares, por parte de los mandatarios de Rusia y Corea del Norte; Trump ordenó expulsar la bomba no nuclear más poderosa, conocida como la madre de todas las bombas (MOAB, por sus siglas en inglés) Pese a lo dicho, hay fuentes que manifiestan que el ataque fue permitido por el gobierno afgano, mientras que, por otro lado, hay otras que aducen que fue sin permiso previo.

Asimismo, el 15 de abril Corea del Norte lanzó, de manera fallida, desde Pionyang un misil balístico, el cual tenía como destino territorio surcoreano. Dicho acto se realizó momentos antes de que el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, arribara a Seúl; por lo tanto, el aludido suceso fue considerado por el gobierno estadounidense como una provocación y que en dado caso de que se llegase a consumar un ataque, el arsenal gringo no tendrá misericordia.

Estos acontecimientos narrados hacen que la tensión política se incremente, a tal punto de que en el momento dado en que haya una respuesta por cualquier de las naciones afectadas, o sus aliadas, en contra de USA, se originará la Tercera Guerra Mundial; porque por el momento solo ha habido ataques unilaterales por parte de éste último.

Con base en lo anterior, Colombia debe estar a la expectativa de lo que puede llegar a acontecer y no mostrar ningún tipo de apoyo a estos ataques unilaterales que, en este momento, se muestran como arremetidas por parte de un único estado sin ningún tipo de fundamento.

Lo manifiesto de esa manera porque una opinión, como la que realizó Juan Manuel Santos el pasado viernes 07 de abril sobre el ataque de USA a Siria, no nos puede comprometer como nación para una participación en una posible guerra. Lo dicho por el presidente fue lo siguiente: “Colombia respalda la acción que tomó ayer Estados Unidos, siempre y cuando se haga dentro del Derecho Internacional” (la negrilla es mía)

Si bien Santos cumple las funciones de comandante en jefe de las fuerzas militares de Colombia, una posición acelerada puede repercutir en la no voluntaria participación de los colombianos en una guerra en la cual no estamos ni dispuestos, ni económica, militar y socialmente preparados para luchar. Además, es una guerra que no es nuestra.

De igual manera, me es procedente condenar la visita hecha por los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, al mandatario norteamericano, Donald Trump, en su casa de descanso de Mar-a-Lago, Florida. A pesar de que los medios de comunicación expresan que los temas tratados entre los anteriores, fueron el proceso de paz y la crítica situación que está padeciendo Venezuela, no es conveniente para el pueblo colombiano que los representantes de la oposición –la cual es mayoría- se reúnan de manera extraoficial con Trump, debido a la delicada situación mundial que se está viviendo. Además, porque para los demás de estados, debemos hacernos ver como un Estado neutro, y aislado de ésta contienda, para así evitar ataques del tridente rojo, a los cuales Colombia no está equipado para contrarrestar.

A pesar de que varios políticos colombianos manifiestan que somos aliados de USA, considero que dicha afirmación no es suficiente para inmiscuirnos en una guerra que solo traería desolación y tristeza para nuestro pueblo y, ningún tipo de recompensa. Del mismo modo, tomando de base los planteamientos de Max Weber, la única razón para participar en una contienda mundial es cuando se ataca la libertad soberana del Estado o su territorio, en este caso de Colombia.

Por lo tanto, hasta que otra nación no viole las libertades constitucionales de los colombianos, la soberanía que poseemos como Estado libre o el territorio que es solo nuestro –como ocurrió en el marco de la SGM, cuando los nazis derribaron tres buques colombianos cerca de San Andrés, lo cual conllevó a declarar un estado de beligerancia en contra de los alemanes- no avalaría ningún tipo de desplazamiento de las fuerzas militares colombianas, en especial y, de los colombianos en general. Así mismo, conmino al presidente y a los colombianos en utilizar sus recursos intelectuales y físicos en la reconstrucción de esta patria que ha sido tan atacada por nosotros mismos; en salvaguardar los intereses de los colombianos por encima de cualquier otro grupo de individuos; antes de pensar en la participación de una batalla de carácter mundial. Y, por último, ser muy cuidadosos con los comunicados oficiales o extraoficiales que realicen los representantes del gobierno o de la oposición, toda vez que, cualquier comentario fuera de contexto podría comprometernos como nación a esta guerra; que es lo que el pueblo no desea.